sábado, 4 de septiembre de 2010

Amar en Madrid-Francisco Umbral


Hace algún tiempo intenté leer las columnas de Francisco Umbral en una recopilación especial que a manera de homenaje hizo El Mundo cuando murió. Como decidí leerlas desde el principio, y las primeras columnas eran de 1994, me aburrí rápido porque no conocía a los personajes de los que hablaba –políticos en su mayoría-, así que al rato abandoné la misión y luego llegó el restrictivo Orbyt y sanseacabó. Sin embargo siempre me quedó cierta curiosidad por el tan-nombrado-en-el-programa-de-radio-español-que-escucho Paco Umbral, así que apenas vi esta obra de él en el “Cambalache de libros” la agarré con la misma rapidez con la que acá en Venezuela se agarra un kilo de azúcar –por aquello de la escases, digo-.

Por el título pensé que era de una novela de amantes y amores en Madrid, pero nada más alejado de la realidad: era un compendio de breves artículos –“viñetas” los llaman en la contraportada- sobre diversos temas relacionados con Madrid. Al principio me desilusionó un poco, ya que no era lo que esperaba, pero pasadas algunas páginas y ya habiendo terminado el libro solo me queda decir: menos mal que no era otra cosa, porque a este libro, de lo bueno, no se le debe cambiar ni una coma.

La prosa de Umbral me pareció simplemente envidiable. Lo digo de verdad. Quisiera yo tener un quinceavo de su talento para escribir. Irónico, burlón, analítico, reflexivo, preciso, acertado, conciso, irreverente, mordaz, divertido. Y todavía me faltan adjetivos. Si a alguien se le podía endilgar el término de “enfant terrible de las letras” era al Umbral que escribió Amar en Madrid.

El libro me ha encantado, tanto, pero tanto, que se queda en mi biblioteca. Porque además, aunque no la conozca en físico, Madrid es una ciudad que siempre me ha llamado la atención. Y acá se describe a ese Madrid que se debate entre la modernidad y el conservadurismo franquista, que en realidad parecen casi dos “madriles”: uno que se niega a morir pero inicia la retirada y otro que nace y avanza. El de la taberna y el del mesón. Noté cierta nostalgia en algunos textos y el leerlos también me generó nostalgia, no por la ciudad que no conozco, sino por la ciudad que no tengo, lo que va estrechamente relacionado con el hecho de vivir en Caracas, que es un muladar, una morgue o cualquier cosa menos una ciudad.

Rodeada de basura, pintorreteada de tricolor y secuestrada por el hampa, nuestra capital no genera ningún vínculo con sus actuales habitantes. A la añorable de los techos rojos no la conocí, de ella solo tengo alguna noción por los recuerdos de mis padres y abuelos, pero hasta allí. Prácticamente solo queda el Ávila y a mí no me basta. Así que al leer, la envidia a Umbral fue doble: por la prosa y por la ciudad. Aunque cierto es que también esta Caracas da para literatura, pero de la negra, género que me gusta a medias.

Volviendo al libro, que a fin de cuentas es lo que atañe a este blog, creo que la mejor manera de hablar de él es citando algunas de las frases que más me llamaron la atención.

Dice Umbral sobre Madrid: “Esta ciudad donde parece que nadie se va a morir nunca, pese a los civilizados avances de la polución, el tráfico y las labores de tabacos nacionales o extranjeros”.

Sobre los taxis: “Tomar hoy uno de los diez mil taxis de Madrid es una aventura, un riesgo, una novela corta, un todo por el todo, un golpe de suerte y mal negocio”.

Sobre las parejas: “Una pareja, en Madrid, sigue siendo un delito en potencia, tiene siempre”.

Sobre la moral madrileña: Madrid solo persigue, cuida y castiga las formas, nunca el vicio en sí”.
Sobre la gente: “el pueblo de Madrid sigue siendo goyesco y solanesco (…) el Plan de Desarrollo y el ‘seiscientos’ no han curado a la gente de esa fiebre feliz y esperpéntica de hacer lo que le da la gana".

Sobre los bares de la calle Serrano –los más lujosos de entonces-: “A estos bares elegantes no llega la devaluación de ninguna moneda ni la represión de ninguna clase”

Sobre las tabernas: “La taberna es una forma de asociación española que nadie va a poder desarraigar de nuestro pueblo (…) la taberna no se adultera, no se prostituye, no se sofistica, como el mesón o el café, que enseguida quieren ser muy literarios, muy turísticos, muy madrileños"

Sobre la lectura de cartas: “Esto de las cartas, si no se pone en ello demasiado misticismo, tiene una gracia literaria de novelón con estampas, y cada naipe se convierte en una viñeta del destino fingido”.

Sobre las costumbres culinarias anti-pescado refrigerado: “En este pueblo piscívoro y de paladar fuerte no han entrado los sabores pálidos de la congelación. Seguimos siendo una raza insobornable"

A la juventud madrileña la describe con una metáfora de antología: “Estas víctimas de la otra fiesta nacional, el examen nemotécnico”. Bien se sabe que la fiesta nacional de España son -¿o debería usar el copretérito “eran”?- los toros, entonces…que la metáfora se explica sola, vamos.

Los temas tratados, como se desprende de lo anterior, son diversos. Desde las “respetuosas” –prostitutas- hasta el Lerele de Lola Flores, pasando por la playa artificial que alguna vez tuvo Madrid –“al río debían haberle apretado mucho el corsé para que le saliesen esas abundancias de agua”-, la moda masculina, los cafés, las aceras, los pianos, los cubanos y en fin, de todo.

Y ojo que no es tanto por los temas sino por la forma de abordarlos. Por esa percepción aguda que le permitía ir más allá y notar que la diferencia entre una americana y una socialista era: “que ante una boutique de Serrano, la yanqui arruga el hociquito pecoso, decepcionada, pensando en la Quinta Avenida, y la socialista queda fascinada y está a punto de caer de rodillas.”. O recrear el legendario Café Guijón y su ambiente así: “En el café estaban y están los alucinados de esa alucinación que es la gloria. Los últimos hombres libres del país. En el café, los males sagrados del hombre, que son, a saber, la cultura, el arte, la belleza, la gloria, el pensamiento. Los males sagrados que enferman a la humanidad de trascendencia”.

¡Qué arte, macho!...sobran las palabras.

FICHA TÉCNICA
Amar en Madrid
Francisco Umbral
1972
Planeta
220 pág

0 comentarios:

Publicar un comentario